El fin de semana pasado he celebrado el último curso de iniciación a la fotografía antes de las vacaciones. Así podremos aprovechar el verano para practicar lo aprendido y disfrutar de la fotografía, que de eso se trata. El grupo del fin de semana pasado ha sido de lo más variado, pero sin duda ha sido un grupo bien majo y simpático. Así que el ambiente ha sido también genial. Eso hace las cosas más fáciles para mí y también para ellos, pues es un curso muy intenso.
Con muchas fotos de ejemplo pasamos el sábado entero dándole al coco aprendiendo los entresijos de la cámara y tratando de entender cómo funciona por dentro y cómo hace para exponer las fotos. Aprender los conceptos básicos hace que podamos controlar muchos aspectos creativos de la fotografía y que podamos hacer la foto que realmente tenemos en nuestra cabeza. Merece la pena aprenderlos para poder sacarle provecho a nuestra cámara réflex, porque si no, no hay manera. Los manuales de las cámaras son complicados porque suponen que ya sabemos todo esto. ¡Menuda conversaciones en las comidas! Es el momento perfecto para que cada uno hable sobre lo que le gusta y lo que no. Y es que la fotografía es tan amplia que cada uno tiene su interés y su opinión. Eso me encanta, la variedad de opiniones tan dispares demuestra que la fotografía se vive de forma distinta dependiendo de quien mira, de forma totalmente personal.
El domingo además de seguir con algunos aspectos técnicos como el enfoque, ajuste de blancos y demás, dedicamos casi todo el día a aprender sobre composición. Esto es muy interesante, porque tenemos un montón de recursos que podemos usar para dejar nuestras fotos lo más redondas posibles. A la vez que vamos aprendiendo esto con muchas fotos de ejemplo vamos entrenando también el ojo.
Espero que los asistentes lo hayan pasado tan bien como yo. Muy muy buen ambiente. Gracias chicos por portaros bien conmigo.
¡Os deseo un feliz verano a todos!
Volveremos en septiembre, también a Madrid, los días 7 y 8.