Una vez más hemos tenido la ocasión de hacer una invitación de boda diferente y personal. Es todo un proceso creativo muy divertido, más aún si los novios, como en este caso, se dejan liar. Nos paramos a pensar en cómo son los novios y pensamos en 2 ó 3 escenas diferentes. Tras charlar un rato y comentarles qué nos gustaría hacer no tardaron más de 3 días en conseguir los elementos más importantes de la foto, el coche clásico, esa magnífica maleta antigua y cómo no, unos novios dispuestos. Lo demás fue buscar la ubicación, llevar el equipo y hacer una sesión de fotos de lo más divertida.
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Fue toda una aventura. Habíamos buscado una ubicación tranquila, una carretera muy secundaria, rodeada de arbolitos a los lados. Era perfecta hasta que, justo en el momento que llegaron los novios, nos llamaron la atención y tuvimos que desistir. Resulta que la carretera idílica era un camino privado que llevaba a un centro de menores y por protección de estos no podíamos hacer fotos. ¡Improvisación, improvisación! Hay que buscar una carretera que encaje con nuestra idea y que esté cercana. El novio había ido a recoger el coche clásico y mientras Elena y la novia buscaban ubicaciones, mi amigo Carlos y yo buscabamos en otro sitio cercano. Finalmente encontramos una carretera adecuada donde de vez en cuando pasaban coches, pero lo suficientemente tranquila como para invadirla con un coche parado, unos trípodes de flashes y 5 personas pululando por allí.
Fue una sesión express. La novia entraba a trabajar en un rato, el dueño del coche tenía que irse, atardecía y nos quedábamos sin luz natural. Hubo que estrujarse la cabeza para iluminar la escena. Hasta 4 flashes repartidos para iluminar a la novia, el coche, el novio y el árbol de la izquierda. Los novios perfectamente vestidos para la ocasión, con colores combinados con el coche y los árboles verdes, aguantaron estóicamente y se metieron en su papel perfectamente. Os puedo asegurar que en cada foto que disparamos la novia llamaba literalmente al novio (eh!, hola!), mientras el novio saludaba con su sombrero australiano y una magnífica sonrisa.
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Como guiños, las pegatinas en la maleta (pegadas con Photoshop) son de los sitios donde han viajado juntos. La matrícula esconde el lugar y la fecha de la boda. Y aprovechando que la tarjeta tenía dos caras, en la parte de atrás rematamos la historia con final feliz. Esta tarjeta no habría sido posible sin un trabajo en equipo, aportando ideas y soportándo flashes. Gracias a Elena, a Carlos (un gran fotógrafo), al dueño del 600 y a los protagonistas. ¡Que seáis muy felices en vuestro VIAJE!
Interesados, contactar con info@thewebfoto.com
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